CONTEO MUNDIAL

23 oct 2013

LAS LÁGRIMAS DE DIOS



“Existe algo de magia en el hecho de creer” ese misterioso letrero se encontraba en la entrada del bosque prohibido, un lugar en el que no se podía entrar bajo ninguna circunstancia. Las leyes del reino lo prohibían. La pena para el que entrara era la muerte, pero jamás se aplicó esa pena a nadie, pues nadie que se hubiese aventurado allí volvió.

Pero incluso si no existiera ninguna ley que prohibiera la entrada, nadie en su sano juicio entraría. Allí siempre hay oscuridad, incluso a pleno día. Los arboles tapan el sol. Hace mucho frío y hay un silencio espectral que solo es roto por tétricos aullidos y toda clase de sonidos misteriosos.

¿Por qué alguien entraría en un paraje tan oscuro? yo os diré porque, por necesidad. Sí, fue la urgencia y la necesidad las que me trajeron aquí, a este paraje maldito que hasta la sangre hiela.

Me llamo William y soy un soldado del reino del sur. Desde que tengo memoria he sido un soldado, antes de eso era solo un mueble o incluso menos que eso. Mis padres murieron cuando yo contaba con seis años. Mi único padre es el Rey, a quien he sido leal desde siempre a pesar de que nunca lo he visto.

Durante años vagué en las calles sobreviviendo como podía hasta que cumplí los 13 años, edad en la que podía entrar al ejército real. Como este es un reino pacífico nunca tuve que probarme en batalla y nunca destaqué de ninguna forma, siempre fui un simple soldado más uno de los cientos al servicio del Rey.

Pero hace unos días el Rey enfermó gravemente. Según supe se encuentra postrado en la cama con una fiebre alta. Los médicos lo desahuciaron, le dieron 20 días.  Una tarde gris, mientras hacia mi ronda diaria escuché el llanto de una joven. Como era mi obligación fui a comprobar lo que sucedía.

Para mi sorpresa encontré a la mismísima princesa. Estaba sentada bajo una fuente y lloraba desconsolada. Era como ver una flor empapada por la lluvia. Su belleza era conocida incluso en otros reinos. Su piel era suave y tersa como un pétalo. El azul de sus ojos no sería opacado ni por cien anocheceres. Y su pelo se extendía como las dos enormes alas de un cuervo. Sus labios eran de un rojo manzana.

-¿Qué puedo hacer por vos, princesa?—Le pregunté a pesar de que sabía mis limitados recursos. Ella me miro y por un instante no pude moverme, estaba como paralizado por su belleza.

-La muerte es inevitable, nadie puede burlar sus fríos dedos. Aun así, nunca le dedicamos mucho tiempo a ese pensamiento porque es peligroso. Podría enloquecernos, podríamos volvernos despiadados y crueles o angustiarnos hasta el punto de no dejarnos vivir. Pero hay momentos en los que hay que afrontar la verdad, todos vamos a morir—dijo la princesa mientras derramaba unas tiernas y dolorosas lágrimas.

-Y si hubiera una forma de detener la muerte, aunque implicara romper varias reglas, ¿Qué me dirías princesa?—dijo la voz gutural de una anciana que acababa de aparecer misteriosamente. De inmediato desenfunde mi espada con idea de atravesarla ya que no solo su presencia era extraña si no que había traído ideas peligrosas. La anciana tenía un aspecto inocente y su pelo era blanco como la nieve. Su cara era arrugada pero tierna. Llevaba puesta una túnica gris y era una mujercilla pequeña e insignificante. Sin embargo, no baje la guardia.

-Deja que hable—suplico la princesa. Aunque éramos de la misma edad, ella pensaba más como una niña ingenua mientras que mi experiencia en las calles me hacia desconfiar de un ser tan extraño. A pesar de eso permití que tomara la palabra.

-Para empezar  es evidente que si quieres salvar a alguien que está predestinado a morir, la primera regla que debes quebrantar es la de la naturaleza. Pero aparte de eso. Existe en este reino un bosque cuyo paso está prohibido y con mucha razón pues los seres que moran allí harían temblar a los que moran en el infierno. Pero allí también hay un manantial cuya agua cura cualquier enfermedad, son las lágrimas que Dios derramo por la humanidad. Tocar esa agua condena a cualquier persona al infierno a no ser que el mismo Dios te las de, pero él no otorga esos dones a cualquiera.

-Princesa, no creas ni una palabra de lo que dice esta mujer, su lengua solo arroja veneno pero no por mucho más porque la arrancaré ahora mismo—dije con decisión. Pero cuando lance el golpe la bruja desapareció y desde entonces no la volvía a ver.   

Pero la princesa estaba decidida a entrar en el bosque a cualquier precio ninguno de mis consejos la persuadió. No puedo decir que no la entiendo. Yo mismo daría cualquier cosa para revivir a mis padres por muy alto que fuera el precio.

No hubo forma de persuadirla. Ese mismo día partió hacia al bosque en busca del manantial. Pero yo estaba alerta, sabía que lo haría, tiene la osadía de la juventud. La seguí hasta las puertas del bosque y le impedí que entrara.
-Detente, princesa—le dije—si entras allí violaras las leyes del reino, como soldado real no puedo permitirlo. Para mi sorpresa, la princesa desenfundo su espada. Ignoraba que tuviera una. Pero luego recordé que le enseñaron esgrima desde que era pequeña.

-Apártate soldado—dijo—mientras me lanzaba un golpe con su espada que casi me hace caer. Era una mujer muy fuerte, no hay duda.

Empezamos a luchar y ella me atacaba como si fuera el peor de sus enemigos. Parece que una mujer ama u odia, no hay una tercera alternativa. Su determinación era demasiado grande así como su habilidad para la lucha. Tuve muchos problemas y en más de una ocasión su espada rozo mi cuello. No salí bien parado de esa pelea. Sin embargo, a pesar de su destreza ella nunca ha estado en una pelea real en la que tu vida está en juego. La diferencia fue muy mínima pero al final pude desarmarla sin hacerle daño. Sus ojos se llenaron de lágrimas, supongo que era una mezcla de rabia e impotencia.

-Yo lo haré princesa—le dije, y me miro sorprendida—yo soy un soldado real, si alguien debe arriesgar su vida por el Rey, ese soy yo. Solo le pido que me dé un día y que en ese tiempo no entre al bosque bajo ningún concepto.

Ella acepto, todavía estaba muy sorprendida. Le prometí que volvería con el agua que salvaría a su padre y de inmediato supe que esa promesa tenía implicaciones muy grandes. La verdad, no soporte mirarla allí tumbada en el suelo. Era tan hermosa y fuerte, no podía soportar que sufriera tanto dolor. Ella es de la realeza, juré dar mi vida por proteger la casa del Rey, esa promesa me ataba, pero la verdad es que realmente deseaba proteger a aquella joven, supongo que eso es lo que llaman amor. También quería darle algún significado a mi vida. Y por todo eso es que estoy aquí, en este horrible paraje.

Solo llevaba un par de minutos caminado cuando noté una presencia y luego la vi. Era una mujer con un extravagante vestido victoriano. Su pelo era verde y con risos que caían por su espalda.  Sostenía un curioso paraguas en la mano y tenía una risilla aguda.

- ¿Cómo te llamas? y ¿Qué te parece tan divertido?—pregunté. Hace tiempo que había desenfundado mi espada, solo estaba esperando el momento justo para atacar.

-Soy Karen, habitante de este bosque. Lo que me divierte es que  hoy no es mi cumpleaños y, sin embargo, mírate, me han traído un juguete—dijo con una voz dulce de niña—hace siglos que ningún humano nos visitaba, me pregunto cuanto tiempo tardarás en enloquecer—dijo y su voz se oscureció de forma aterradora.

Se acercó a mí, toco mi espada con uno de sus dedos y la hoja se deshizo. Definitivamente no era una humana, ni tampoco un monstruo vulgar.

-He venido a buscar un manantial, ¿Sabes donde puedo encontrarlo?—le pregunté

-Buscas las lágrimas de Dios. Pero no son para ti. Que interesante. Estás dispuesto a condenarte al infierno por otra persona…., una mujer, que romántico. Y lo más probable es que te maten después de haber cumplido tú misión ya que estás violando las leyes del reino. Eres muy divertido. Me caíste bien, porque tanto si cumples tu misión como si no, en ambos casos te irás al infierno y podremos jugar eternamente—dijo mientras se reía. Era una mujer hermosa pero tétrica y temible, era bastante claro que se trataba de alguna especie de demonio.

- ¿Eso quiere decir que me ayudarás?—Pregunté ilusionado.

-Bueno, juguemos y si ganas te daré un pequeño empujoncito, pero si pierdes te daré otro empujón, pero al infierno—dijo mientras reía tétricamente.

-De acuerdo—respondí. No tenía otra alternativa.

-Bueno, déjame ver que tal funciona tu mente. Tu historia me recuerda mucho a un hombre que fue acusado de robar y condenado a muerte. Pero el Rey era justo y valoraba la inteligencia así que le dijo al hombre que podía morir envenenado o en la hoguera pero que lo indultaría si decía una frase que si resultaba ser cierta lo condenaría a la hoguera y si resultaba ser falsa lo condenaría a morir envenenado. Dime soldado, ¿Qué frase dijo el ladrón para salvarse?—dijo la mujer soltando una risilla estridente.

Nunca he sido bueno  para resolver ese tipo de acertijos pero debía resolverlo, había hecho una promesa. Pensé en la situación del ladrón y en lo mucho que nos parecíamos, yo también había venido a robar y también estaba entre la espada y la pared, moriría de cualquier forma y de cualquier forma iría al infierno. Así que pensé detenidamente en la situación. El ladrón debía decir una frase que de ser cierta significa que morirá en la hoguera y de ser falsa significa que moriría envenenado. Era algo retorcido pero también era lógico. Pensé que el ladrón solo tenía dos opciones morir en la hoguera o morir envenenado. Y dijera lo que dijera, para que la frase fuera cierta, sus palabras debían condenarlo a la hoguera. Cuando llegué a esa conclusión supe como resolverlo.

-“MORIRE EN LA HOGUERA”—dije—esa es la respuesta

-Sí, definitivamente morirás en la hoguera—dijo Karen maliciosamente—pero por ahora haz resuelto el acertijo, te felicito.

Era una respuesta lógica. El ladrón tenía dos formas de morir. Si la frase “moriré en la hoguera” era cierta el ladrón moriría en la hoguera y si era falsa significaba que moriría envenenado, de esa forma el acertijo quedaba resuelto. Aunque no me gustan los ladrones, deseaba que el ladrón se hubiese salvado ya que ambos parecíamos compartir un destino similar.

-¿Me ayudarás ahora?—pregunté.

-Hubiese sido más divertido que hubieras perdido, te habrías quedado conmigo para siempre. Pero como ganaste cumpliré mi palabra. El manantial está a quinientos metros hacia el norte de aquí y como premio por resolver el acertijo te dejaré seguir. Pero no creas que ya está todo hecho. No basta con llegar al manantial, también deben dejarte entrar y el guardián que cuida la entrada no es tan gentil como yo. Nos vemos en el infierno—dijo, mientras desaparecía y el eco de su sonrisa rebotaba en el oscuro bosque.

Camine los quinientos metros abriéndome paso entre la maleza con mis propias manos. A mi camino escuchaba gritos aterradores. Me cruce con toda clase de criaturas cuya monstruosidad no puedo describir con palabras. Pero todas me ignoraron, al parecer aquel demonio llamado Karen me había concedido un favor más, su protección. Por alguna razón le caí bien pero creo que la volveré a ver en el infierno. Su diablo ha bailado con mi demonio y la canción del violinista está lejos de terminar.

Finalmente llegué. Vi un manantial enorme, tenía más el aspecto de un lago, supongo que Dios derramo muchas lágrimas por nosotros. No puedo describir el color del agua pues despedía un brillo que me cegaba. Y frente al manantial estaba su guardián. Tenía un rostro hermoso pero no podría decir si era hombre o mujer. Su cuerpo era delgado y llevaba puesta una túnica blanca. De su espalda salían dos enormes alas, una blanca y otra negra.  Y alrededor de él flotaban algunas plumas. Me acerque a él con idea de entablar alguna conversación pero no pude ni dar tres pasos. Había una especia de barrera que lo impedía.

-Soy Lucifer—me dijo—ya sé, te estás preguntando que hace el padre de la maldad protegiendo un lugar tan puro. Este manantial es el símbolo mismo de la maldad y de la crueldad. Todos los humanos estáis destinados a morir pero Dios puso en la tierra un lago que evita la muerte ¿Para qué? Para torturar a los humanos como tú, darles una esperanza y después arrebatársela.

-Basta de palabras—dije y mi respuesta lo enfureció—no vine a escuchar tus discursos no me importa ni Dios ni el diablo, vine a cumplir una misión y conozco el precio del éxito y del fracaso. ¿Me dejarás pasar?
-Me muero de ganas de que llegues al infierno, puedo torturarte de formas que ni imaginas y eres la clase de persona que encaja allí. Tan valiente, tan resuelto, tan dispuesto a sacrificarte por los demás a pesar de que tu vida siempre ha sido decepcionante y de que no hay nadie en el mundo a quien le importes. Solo por eso te daré la oportunidad de que toques esa agua. Pero si no puedes hacerlo permanecerás aquí hasta que mueras y luego te llevaré al infierno, yo mismo recogeré tu alma.

-El precio ya ha sido establecido, ¿Qué debo hacer para entrar al manantial?—pregunté ansioso. Tenía el tiempo en mi contra. No solo me preocupaba que el Rey se muriera sino que la princesa se desesperase y entrase al bosque, si lo hiciese moriría aquí.

-De acuerdo, amigo William. Para coger este preciso líquido debes averiguar la forma de atravesar esta barrera. Lo normal es que la gente pase años pensando en este sitio hasta que mueren. Nadie nunca ha tenido éxito. Pero como quiero que triunfes y te vayas al infierno te daré una pista. Resuelve este acertijo y sabrás como obtener lo que quieres: “ni el fuego la quema, ni el agua la moja, ¿Qué es esta cosa?”

Una persona tiene que estar desesperada para aceptar la ayuda del diablo, desafortunadamente, esa era mi situación. Más acertijos en la oscuridad. Parece que las palabras tienen un poder distinto en este bosque. Pensé largamente acerca de la pista que me dio al diablo.

¿Realmente existe algo que resista el fuego y a la vez el agua? Uno pensaría que o resiste una cosa o resiste la otra. Le di vueltas a esa idea y llegué a la conclusión de que ese algo no debía ser material. Pero definitivamente no era el aire ya que este reacciona al fuego transformándose en humo. Debía ser algo sin materia. Luego pensé en la barrera. Era evidente que no dejaba pasar a nadie, solo a los seres como Lucifer, pero estos seres son energía, yo no diría que tienen un cuerpo.

A pesar de lo que el diablo dijo, debe existir una forma en la que un hombre acceda al manantial, de lo contrario ¿Qué sentido tendría la existencia de aquel lugar, era para torturarnos? No, incluso el demonio había dicho que existía una forma de entrar.

Por tanto pensé, que un hombre debía poder entrar, pero no físicamente él sino una parte de él que no fuera materia. Me examine de arriba a bajo, hasta que llegue a mis pies y me di cuenta. Todo el bosque era oscuro, el único lugar en el que había luz era allí, la que procedía del manantial. Entonces vi una parte de mí que era capaz de atravesar cualquier barrera, MI SOMBRA!!!

Me aleje un poco del manantial y vi como mi sombra se alargó un poco hasta que finalmente pude tocar el agua con la sombra de mi mano. Sentí el agua y de inmediato todas las heridas que tenía se cerraron. Después saque un frasco y con la sombra de él cogí un poco de agua, entonces el frasco se llenó mágicamente.

-Esplendido, no solo has resuelto el acertijo sino que enseguida tocaste el agua. Eso me autoriza para ponerte mi señal, tranquilo, no duele, solo es el símbolo de que tu alma me pertenece y que la recogeré cuando mueras—dijo Lucifer alargando una de sus manos de la que salieron cinco espantosas garras.

Sabía que ese era el precio pero estaba tan contento por haber cumplido con mi misión que ni siquiera opuse resistencia, ni sentí tristeza alguna. Salvaría al Rey y la princesa tendría una sonrisa en su cara de nuevo. Sus garras estaban a unos centímetros de mi frente cuando su cara de felicidad se transformo en cara de horror y se alejó rápidamente. Que extraño, pensaba que aquel ser había sido creado de tal forma que no temiese a nada.

-Es por mí, yo hago vivir y hago morir, eso infunde respeto—dijo una voz familiar. Era la anciana que nos había contado lo del manantial. Al parecer tampoco soy muy bueno juzgando a la gente. Quien quiera que fuese era lo suficientemente poderoso para asustar al demonio.
-Hola anciana, ¿Qué haces aquí?—dije

-Eres un estúpido—dijo Lucifer—esta es la clase de criatura patética a la que tanto amas, una que ni siquiera es capaz de reconocer a su padre cuando lo ve. Por ellos despreciaste incluso a tus más fieles seguidores, nosotros, tus hijos primogénitos.

-Puede que él no me conozca ni me haya visto nunca, pero cree en mí, eso es lo que hace grande a los humanos, ¿Por cuánto tiempo más seguiremos discutiendo lo mismo? Recuerda que somos inmortales, tenemos toda la  eternidad.

-Su alma es mía, me pertenece. ¿Recuerdas la regla, verdad? El que toque el agua irá al infierno, tú mismo estableciste esa clausula—argumento con habilidad el diablo.

-Es cierto. Pero también hice otra clausula que anulaba la anterior. El castigo se anula si yo mismo le doy mis lágrimas. Al final voy a ser más listo que el diablo—dijo con dulzura la anciana mientras me miraba—oh, vamos Luzbell, ¿De verdad crees que este hombre habría llegado hasta aquí sin mi ayuda? Pensaba que eras más astuto.

-No vuelvas a llamarme así, mi nombre es Lucifer. Siempre sucede lo mismo. Les dices a los hombres que vivan su vida con libertad y que se cuiden ellos mismos pero cuando están en problemas los rescatas, ¿A eso llamas libre albedrío?—dijo el demonio y no pude evitar pensar que tenía parte de razón. Sus argumentos eran muy fuertes. Menos mal que no hablamos demasiado. Sin darme cuenta estaba presenciando un combate terrible en el que las palabras eran capaces de herir la mente.

-Siempre olvidas que soy todopoderoso, tal vez porque tú no lo eres. Olvidas que todo lo que suceda, tanto lo bueno como lo malo, lo esperado y lo inesperado, procede de mi voluntad directa. Yo soy el que da el último visto bueno. Podría dejar morir a la mitad de la humanidad y salvar a la otra mitad. Podría ayudar al soldado o dejar que muriera. Sin embargo, sí existe el libre albedrío porque lo que altera mi voluntad es el comportamiento de los hombres y ese comportamiento es impredecible hasta para mí. Yo le dije al soldado que existía una cura para su Rey,  pero solo él sabía si iba a venir a buscarla. Quizás no habría venido si la princesa no hubiese venido y a su vez la única que sabía si iba a venir al bosque o no era la princesa. Como ves, no es que yo los ayudé sino que ellos se ayudan. Una cosa que alguien puede impedir y no lo hace, sino que permite que suceda, puede considerarse que procede de su voluntad. Esa es mi forma de actuar—dijo la anciana

Finalmente mi corto cerebro pudo comprender que aquella anciana era él mismísimo Dios en persona. Al mismo tiempo que mi mente tuvo esa revelación vi como el cuerpo de la anciana empezó a tener un brillo blanco misterioso.

-Una vez que crees lo ves, mi querido William, leíste el cartel de la entrada “existe algo de magia en el hecho de creer”, yo mismo lo escribí, ¿Original, verdad?—me dijo Dios,  mientras la luz me cegaba.

-Veo que están todos reunidos, ¿Por qué nadie me llamó?—dijo Karen, quien había aparecido misteriosamente. Su cabello había cambiado de color, ahora era rojizo y su vestido era negro.

-Hola mi pequeña—dijo Dios a la vez que la abrazaba tiernamente—Conoces a mi hija, ¿Verdad soldado? Le gusta jugar mucho pero es una buena chica y también tiene un duro trabajo. Es la encargada de recolectar las almas de los hombres, es el ángel de la muerte.

-Hola Lui—dijo Karen saludando con una mano al demonio, quien pareció irritarse.

-Siempre has sido muy molesta, un ser con tus poderes se rebaja a ser la mandadera de Dios y encima no tienes ningún problema en congraciarte con los humanos. Tú y yo podríamos divertirnos mucho más. Te daría más poder del que puedes imaginar y te sentarías a mi lado como mi igual—dijo Lucifer, semejante a la luna por su belleza.

-¿Sentarme a tu lado? Pero si tú eres muy aburrido. Los seres humanos son más interesantes. Imagina que te dijeran desde el momento mismo en que naces que  pase lo que pase tu vida tiene un límite y que tarde o temprano morirás y que eso puede suceder en cualquier momento. Con lo delicado que eres seguro que te volverías loco. Pero ellos de alguna forma logran bloquear ese pensamiento  y vivir su vida plenamente, incluso experimentan formas de felicidad que tú ni siquiera llegas a imaginar. Además en el infierno hace mucho calor—dijo Karen mientras soltaba una estridente carcajada

Lucifer se enfureció tanto que saco una enorme espada roja y ataco a la joven. Pensé que la mataría pero ella desenfundo su propia espada con una rapidez sobrehumana y detuvo el golpe. La onda que produjo el choque de las espadas me hizo caer al suelo. Karen que se había mostrado como una joven risueña ahora parecía una guerrera temible.

-Ya basta—dijo Dios, quien todavía tenía la forma de una anciana. Al instante ambos bajaron sus espadas.

-Ya ha sido suficiente por hoy, pero sé que tarde o temprano nos volveremos a ver, soldado—me dijo de forma amenazadora y luego desapareció.

Como todos me hablaban con tanta familiaridad no me había percatado que estaba ante la presencia del mismo Dios así que aprovechando que estaba en el suelo, me arrodillé ante él y le agradecí profundamente que me hubiera permitido llegar hasta aquí y por todo lo bueno que había en mi vida. Me hizo un gesto para que me levantara así que me puse en pie.

-Tenemos que hablar, fiel soldado. Tu valor y tú voluntad de sacrificarte por los demás me ha recordado porque amo a los humanos. Sin embargo, debes saber que nadie puede escapar de la muerte, mi hija Karen te lo dirá. De lo contrario, ¿Qué sentido tendría el reino de los cielos? El Rey ya ha muerto. Vivió una larga y feliz vida rodeado de los seres que más amaba y ahora está descansando en mi propia casa—dijo Dios
Sin darme cuenta derrame unas cuantas lágrimas, hace tiempo que no lloraba. Había olvidado lo bien que se siente, el dolor parece escaparse por los ojos. Estaba cansado, jugué con la muerte, hable con el diablo y  conocí a Dios y después de todo lo que había pasado nada de lo que hice sirvió. Fallé en mi misión. Casi podía escuchar el llanto de la princesa. La imaginaba de rodillas mirando al sol y preguntándose ¿Qué salió mal?  

-Ella lo superara—dijo Karen—créeme lo he visto muchas veces. Además es mucho más fuerte de lo que crees. Después de todo es la próxima Reina. Este dolor le dará la firmeza que necesita para dirigir este reino. Lo importante es que estés a su lado. En estos momentos no confía en nadie más que en ti.

-Llévate mis lágrimas contigo. En realidad, no tienen ningún poder. No es más que agua que derrame amargamente. Las escondí para que ningún humano fuera testigo de mi debilidad. Pero la razón por la que te dije que vinieras es porque necesitabas aprender todo lo que aprendiste hoy para servir con valor y lealtad a tu nueva Reina. Ella es muy joven y te necesitará. Lucifer no se ha ido ni se irá nunca. Este mundo le pertenece, él era su señor mucho antes de que existieran los humanos. Él ronda la tierra y le gusta promover guerras y desgracias. Pero cuando veas estas lágrimas recuerda cuanto amo a la humanidad eso te proporcionara un escudo muy fuerte.

Salí del bosque justo cuando el sol empezaba a salir. Sostenía en mano derecha el frasco con las brillantes lágrimas de Dios. La princesa estaba a punto de entrar en el bosque pero pude tomarla del brazo justo a tiempo. Había cumplido su palabra, me espero un día completo.

Se alegró mucho al ver que había cumplido con mi misión. Le conté muchas cosas pero le oculté muchas otras. No le dije que había hablado con Dios. Pero le dije que había hablado con la muerte. Le dije que su padre había muerto y que no había forma de revivirlo y cuando lo dije no mostré ni la más mínima señal de debilidad ni de tristeza.

-No llores princesa. Ya no eres más una niña, ahora eres la Reina y tienes en tus manos las vidas de miles de personas. Tu debilidad es nuestra debilidad—le dije mientras sostenía su mano con la mayor delicadeza. Su gesto se endureció, se puso en pie y levanto la cara con orgullo. Sus lágrimas se detuvieron y pude ver sus magníficos  ojos azules. Me miro fijamente y luego dijo “vamos”, fue entonces cuando supe que estaba ante una Reina a la que podía servir con lealtad.

Muchos años han pasado desde que tales hechos acontecieron. La princesa me nombro su consejero. Para ser franco nos une algo más que la simple relación entre un señor y su vasallo. Supongo que es normal, nada es amado hasta que no es conocido primero.

Lucifer y Karen han seguido rondando este reino y durante este tiempo he tenido numerosos encuentros con ellos. El diablo se ha obsesionado con nuestro  reino y siempre atrae alguna desgracia, siempre hay algún muerto. Parece que Dios y él estuvieran jugando una enorme partida de ajedrez y que nosotros fuéramos las fichas. A pesar de todo, el demonio nunca nos ha atacado directamente ni a la reina ni a mí. Parece que su juego se rige por normas que no alcanzo a comprender.

Hemos afrontado golpes muy duros y hemos visto gente muy preciada morir. Pero la Reina es muy fuerte y el reino ha prevalecido. Pero en homenaje a la brevedad, supongo que esta no es la historia de como fracase en misión de salvar a mi Rey sino de como triunfe en mi misión de encontrar y proteger a su digno sucesor. Cuando miro las lágrimas de Dios siempre pienso en lo poderoso que es y creo que aquello que tiene poder sobre el motivo también tiene poder sobre el resultado.











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