“Existe algo de magia en el hecho de creer” ese
misterioso letrero se encontraba en la entrada del bosque prohibido, un lugar
en el que no se podía entrar bajo ninguna circunstancia. Las leyes del reino lo
prohibían. La pena para el que entrara era la muerte, pero jamás se aplicó esa
pena a nadie, pues nadie que se hubiese aventurado allí volvió.
Pero incluso si no existiera ninguna ley que
prohibiera la entrada, nadie en su sano juicio entraría. Allí siempre hay oscuridad,
incluso a pleno día. Los arboles tapan el sol. Hace mucho frío y hay un
silencio espectral que solo es roto por tétricos aullidos y toda clase de
sonidos misteriosos.
¿Por qué alguien entraría en un paraje tan oscuro? yo
os diré porque, por necesidad. Sí, fue la urgencia y la necesidad las que me
trajeron aquí, a este paraje maldito que hasta la sangre hiela.
Me llamo William y soy un soldado del reino del sur. Desde
que tengo memoria he sido un soldado, antes de eso era solo un mueble o incluso
menos que eso. Mis padres murieron cuando yo contaba con seis años. Mi único
padre es el Rey, a quien he sido leal desde siempre a pesar de que nunca lo he
visto.
Durante años vagué en las calles sobreviviendo como
podía hasta que cumplí los 13 años, edad en la que podía entrar al ejército
real. Como este es un reino pacífico nunca tuve que probarme en batalla y nunca
destaqué de ninguna forma, siempre fui un simple soldado más uno de los cientos
al servicio del Rey.
Pero hace unos días el Rey enfermó gravemente. Según
supe se encuentra postrado en la cama con una fiebre alta. Los médicos lo
desahuciaron, le dieron 20 días. Una
tarde gris, mientras hacia mi ronda diaria escuché el llanto de una joven. Como
era mi obligación fui a comprobar lo que sucedía.
Para mi sorpresa encontré a la mismísima princesa.
Estaba sentada bajo una fuente y lloraba desconsolada. Era como ver una flor
empapada por la lluvia. Su belleza era conocida incluso en otros reinos. Su
piel era suave y tersa como un pétalo. El azul de sus ojos no sería opacado ni
por cien anocheceres. Y su pelo se extendía como las dos enormes alas de un
cuervo. Sus labios eran de un rojo manzana.
-¿Qué puedo hacer por vos, princesa?—Le pregunté a
pesar de que sabía mis limitados recursos. Ella me miro y por un instante no
pude moverme, estaba como paralizado por su belleza.
-La muerte es inevitable, nadie puede burlar sus fríos
dedos. Aun así, nunca le dedicamos mucho tiempo a ese pensamiento porque es
peligroso. Podría enloquecernos, podríamos volvernos despiadados y crueles o
angustiarnos hasta el punto de no dejarnos vivir. Pero hay momentos en los que
hay que afrontar la verdad, todos vamos a morir—dijo la princesa mientras
derramaba unas tiernas y dolorosas lágrimas.
-Y si hubiera una forma de detener la muerte, aunque
implicara romper varias reglas, ¿Qué me dirías princesa?—dijo la voz gutural de
una anciana que acababa de aparecer misteriosamente. De inmediato desenfunde mi
espada con idea de atravesarla ya que no solo su presencia era extraña si no
que había traído ideas peligrosas. La anciana tenía un aspecto inocente y su
pelo era blanco como la nieve. Su cara era arrugada pero tierna. Llevaba puesta
una túnica gris y era una mujercilla pequeña e insignificante. Sin embargo, no baje
la guardia.
-Deja que hable—suplico la princesa. Aunque éramos de
la misma edad, ella pensaba más como una niña ingenua mientras que mi
experiencia en las calles me hacia desconfiar de un ser tan extraño. A pesar de
eso permití que tomara la palabra.
-Para empezar
es evidente que si quieres salvar a alguien que está predestinado a
morir, la primera regla que debes quebrantar es la de la naturaleza. Pero
aparte de eso. Existe en este reino un bosque cuyo paso está prohibido y con
mucha razón pues los seres que moran allí harían temblar a los que moran en el
infierno. Pero allí también hay un manantial cuya agua cura cualquier
enfermedad, son las lágrimas que Dios derramo por la humanidad. Tocar esa agua
condena a cualquier persona al infierno a no ser que el mismo Dios te las de,
pero él no otorga esos dones a cualquiera.
-Princesa, no creas ni una palabra de lo que dice esta
mujer, su lengua solo arroja veneno pero no por mucho más porque la arrancaré
ahora mismo—dije con decisión. Pero cuando lance el golpe la bruja desapareció
y desde entonces no la volvía a ver.
Pero la princesa estaba decidida a entrar en el bosque
a cualquier precio ninguno de mis consejos la persuadió. No puedo decir que no
la entiendo. Yo mismo daría cualquier cosa para revivir a mis padres por muy
alto que fuera el precio.
No hubo forma de persuadirla. Ese mismo día partió
hacia al bosque en busca del manantial. Pero yo estaba alerta, sabía que lo
haría, tiene la osadía de la juventud. La seguí hasta las puertas del bosque y
le impedí que entrara.
-Detente, princesa—le dije—si entras allí violaras las
leyes del reino, como soldado real no puedo permitirlo. Para mi sorpresa, la
princesa desenfundo su espada. Ignoraba que tuviera una. Pero luego recordé que
le enseñaron esgrima desde que era pequeña.
-Apártate soldado—dijo—mientras me lanzaba un golpe
con su espada que casi me hace caer. Era una mujer muy fuerte, no hay duda.
Empezamos a luchar y ella me atacaba como si fuera el
peor de sus enemigos. Parece que una mujer ama u odia, no hay una tercera
alternativa. Su determinación era demasiado grande así como su habilidad para
la lucha. Tuve muchos problemas y en más de una ocasión su espada rozo mi
cuello. No salí bien parado de esa pelea. Sin embargo, a pesar de su destreza
ella nunca ha estado en una pelea real en la que tu vida está en juego. La
diferencia fue muy mínima pero al final pude desarmarla sin hacerle daño. Sus
ojos se llenaron de lágrimas, supongo que era una mezcla de rabia e impotencia.
-Yo lo haré princesa—le dije, y me miro sorprendida—yo
soy un soldado real, si alguien debe arriesgar su vida por el Rey, ese soy yo.
Solo le pido que me dé un día y que en ese tiempo no entre al bosque bajo
ningún concepto.
Ella acepto, todavía estaba muy sorprendida. Le
prometí que volvería con el agua que salvaría a su padre y de inmediato supe
que esa promesa tenía implicaciones muy grandes. La verdad, no soporte mirarla
allí tumbada en el suelo. Era tan hermosa y fuerte, no podía soportar que
sufriera tanto dolor. Ella es de la realeza, juré dar mi vida por proteger la
casa del Rey, esa promesa me ataba, pero la verdad es que realmente deseaba
proteger a aquella joven, supongo que eso es lo que llaman amor. También quería
darle algún significado a mi vida. Y por todo eso es que estoy aquí, en este
horrible paraje.
Solo llevaba un par de minutos caminado cuando noté
una presencia y luego la vi. Era una mujer con un extravagante vestido
victoriano. Su pelo era verde y con risos que caían por su espalda. Sostenía un curioso paraguas en la mano y
tenía una risilla aguda.
- ¿Cómo te llamas? y ¿Qué te parece tan
divertido?—pregunté. Hace tiempo que había desenfundado mi espada, solo estaba
esperando el momento justo para atacar.
-Soy Karen, habitante de este bosque. Lo que me
divierte es que hoy no es mi cumpleaños
y, sin embargo, mírate, me han traído un juguete—dijo con una voz dulce de
niña—hace siglos que ningún humano nos visitaba, me pregunto cuanto tiempo
tardarás en enloquecer—dijo y su voz se oscureció de forma aterradora.
Se acercó a mí, toco mi espada con uno de sus dedos y
la hoja se deshizo. Definitivamente no era una humana, ni tampoco un monstruo
vulgar.
-He venido a buscar un manantial, ¿Sabes donde puedo
encontrarlo?—le pregunté
-Buscas las lágrimas de Dios. Pero no son para ti. Que
interesante. Estás dispuesto a condenarte al infierno por otra persona…., una
mujer, que romántico. Y lo más probable es que te maten después de haber
cumplido tú misión ya que estás violando las leyes del reino. Eres muy
divertido. Me caíste bien, porque tanto si cumples tu misión como si no, en
ambos casos te irás al infierno y podremos jugar eternamente—dijo mientras se
reía. Era una mujer hermosa pero tétrica y temible, era bastante claro que se
trataba de alguna especie de demonio.
- ¿Eso quiere decir que me ayudarás?—Pregunté
ilusionado.
-Bueno, juguemos y si ganas te daré un pequeño
empujoncito, pero si pierdes te daré otro empujón, pero al infierno—dijo
mientras reía tétricamente.
-De acuerdo—respondí. No tenía otra alternativa.
-Bueno, déjame ver que tal funciona tu mente. Tu
historia me recuerda mucho a un hombre que fue acusado de robar y condenado a
muerte. Pero el Rey era justo y valoraba la inteligencia así que le dijo al
hombre que podía morir envenenado o en la hoguera pero que lo indultaría si
decía una frase que si resultaba ser cierta lo condenaría a la hoguera y si
resultaba ser falsa lo condenaría a morir envenenado. Dime soldado, ¿Qué frase
dijo el ladrón para salvarse?—dijo la mujer soltando una risilla estridente.
Nunca he sido bueno
para resolver ese tipo de acertijos pero debía resolverlo, había hecho
una promesa. Pensé en la situación del ladrón y en lo mucho que nos parecíamos,
yo también había venido a robar y también estaba entre la espada y la pared,
moriría de cualquier forma y de cualquier forma iría al infierno. Así que pensé
detenidamente en la situación. El ladrón debía decir una frase que de ser
cierta significa que morirá en la hoguera y de ser falsa significa que moriría
envenenado. Era algo retorcido pero también era lógico. Pensé que el ladrón
solo tenía dos opciones morir en la hoguera o morir envenenado. Y dijera lo que
dijera, para que la frase fuera cierta, sus palabras debían condenarlo a la
hoguera. Cuando llegué a esa conclusión supe como resolverlo.
-“MORIRE EN LA HOGUERA”—dije—esa es la respuesta
-Sí, definitivamente morirás en la hoguera—dijo Karen
maliciosamente—pero por ahora haz resuelto el acertijo, te felicito.
Era una respuesta lógica. El ladrón tenía dos formas
de morir. Si la frase “moriré en la hoguera” era cierta el ladrón moriría en la
hoguera y si era falsa significaba que moriría envenenado, de esa forma el
acertijo quedaba resuelto. Aunque no me gustan los ladrones, deseaba que el
ladrón se hubiese salvado ya que ambos parecíamos compartir un destino similar.
-¿Me ayudarás ahora?—pregunté.
-Hubiese sido más divertido que hubieras perdido, te
habrías quedado conmigo para siempre. Pero como ganaste cumpliré mi palabra. El
manantial está a quinientos metros hacia el norte de aquí y como premio por
resolver el acertijo te dejaré seguir. Pero no creas que ya está todo hecho. No
basta con llegar al manantial, también deben dejarte entrar y el guardián que
cuida la entrada no es tan gentil como yo. Nos vemos en el infierno—dijo,
mientras desaparecía y el eco de su sonrisa rebotaba en el oscuro bosque.
Camine los quinientos metros abriéndome paso entre la
maleza con mis propias manos. A mi camino escuchaba gritos aterradores. Me
cruce con toda clase de criaturas cuya monstruosidad no puedo describir con
palabras. Pero todas me ignoraron, al parecer aquel demonio llamado Karen me
había concedido un favor más, su protección. Por alguna razón le caí bien pero
creo que la volveré a ver en el infierno. Su diablo ha bailado con mi demonio y
la canción del violinista está lejos de terminar.
Finalmente llegué. Vi un manantial enorme, tenía más
el aspecto de un lago, supongo que Dios derramo muchas lágrimas por nosotros. No
puedo describir el color del agua pues despedía un brillo que me cegaba. Y
frente al manantial estaba su guardián. Tenía un rostro hermoso pero no podría
decir si era hombre o mujer. Su cuerpo era delgado y llevaba puesta una túnica blanca.
De su espalda salían dos enormes alas, una blanca y otra negra. Y alrededor de él flotaban algunas plumas. Me
acerque a él con idea de entablar alguna conversación pero no pude ni dar tres
pasos. Había una especia de barrera que lo impedía.
-Soy Lucifer—me dijo—ya sé, te estás preguntando que
hace el padre de la maldad protegiendo un lugar tan puro. Este manantial es el
símbolo mismo de la maldad y de la crueldad. Todos los humanos estáis
destinados a morir pero Dios puso en la tierra un lago que evita la muerte ¿Para
qué? Para torturar a los humanos como tú, darles una esperanza y después
arrebatársela.
-Basta de palabras—dije y mi respuesta lo enfureció—no
vine a escuchar tus discursos no me importa ni Dios ni el diablo, vine a
cumplir una misión y conozco el precio del éxito y del fracaso. ¿Me dejarás
pasar?
-Me muero de ganas de que llegues al infierno, puedo
torturarte de formas que ni imaginas y eres la clase de persona que encaja
allí. Tan valiente, tan resuelto, tan dispuesto a sacrificarte por los demás a
pesar de que tu vida siempre ha sido decepcionante y de que no hay nadie en el
mundo a quien le importes. Solo por eso te daré la oportunidad de que toques
esa agua. Pero si no puedes hacerlo permanecerás aquí hasta que mueras y luego
te llevaré al infierno, yo mismo recogeré tu alma.
-El precio ya ha sido establecido, ¿Qué debo hacer
para entrar al manantial?—pregunté ansioso. Tenía el tiempo en mi contra. No
solo me preocupaba que el Rey se muriera sino que la princesa se desesperase y
entrase al bosque, si lo hiciese moriría aquí.
-De acuerdo, amigo William. Para coger este preciso
líquido debes averiguar la forma de atravesar esta barrera. Lo normal es que la
gente pase años pensando en este sitio hasta que mueren. Nadie nunca ha tenido
éxito. Pero como quiero que triunfes y te vayas al infierno te daré una pista.
Resuelve este acertijo y sabrás como obtener lo que quieres: “ni el fuego la
quema, ni el agua la moja, ¿Qué es esta cosa?”
Una persona tiene que estar desesperada para aceptar
la ayuda del diablo, desafortunadamente, esa era mi situación. Más acertijos en
la oscuridad. Parece que las palabras tienen un poder distinto en este bosque.
Pensé largamente acerca de la pista que me dio al diablo.
¿Realmente existe algo que resista el fuego y a la vez
el agua? Uno pensaría que o resiste una cosa o resiste la otra. Le di vueltas a
esa idea y llegué a la conclusión de que ese algo no debía ser material. Pero
definitivamente no era el aire ya que este reacciona al fuego transformándose
en humo. Debía ser algo sin materia. Luego pensé en la barrera. Era evidente
que no dejaba pasar a nadie, solo a los seres como Lucifer, pero estos seres
son energía, yo no diría que tienen un cuerpo.
A pesar de lo que el diablo dijo, debe existir una
forma en la que un hombre acceda al manantial, de lo contrario ¿Qué sentido
tendría la existencia de aquel lugar, era para torturarnos? No, incluso el
demonio había dicho que existía una forma de entrar.
Por tanto pensé, que un hombre debía poder entrar,
pero no físicamente él sino una parte de él que no fuera materia. Me examine de
arriba a bajo, hasta que llegue a mis pies y me di cuenta. Todo el bosque era
oscuro, el único lugar en el que había luz era allí, la que procedía del
manantial. Entonces vi una parte de mí que era capaz de atravesar cualquier
barrera, MI SOMBRA!!!
Me aleje un poco del manantial y vi como mi sombra se
alargó un poco hasta que finalmente pude tocar el agua con la sombra de mi
mano. Sentí el agua y de inmediato todas las heridas que tenía se cerraron.
Después saque un frasco y con la sombra de él cogí un poco de agua, entonces el
frasco se llenó mágicamente.
-Esplendido, no solo has resuelto el acertijo sino que
enseguida tocaste el agua. Eso me autoriza para ponerte mi señal, tranquilo, no
duele, solo es el símbolo de que tu alma me pertenece y que la recogeré cuando
mueras—dijo Lucifer alargando una de sus manos de la que salieron cinco
espantosas garras.
Sabía que ese era el precio pero estaba tan contento
por haber cumplido con mi misión que ni siquiera opuse resistencia, ni sentí
tristeza alguna. Salvaría al Rey y la princesa tendría una sonrisa en su cara
de nuevo. Sus garras estaban a unos centímetros de mi frente cuando su cara de
felicidad se transformo en cara de horror y se alejó rápidamente. Que extraño,
pensaba que aquel ser había sido creado de tal forma que no temiese a nada.
-Es por mí, yo hago vivir y hago morir, eso infunde
respeto—dijo una voz familiar. Era la anciana que nos había contado lo del
manantial. Al parecer tampoco soy muy bueno juzgando a la gente. Quien quiera
que fuese era lo suficientemente poderoso para asustar al demonio.
-Hola anciana, ¿Qué haces aquí?—dije
-Eres un estúpido—dijo Lucifer—esta es la clase de
criatura patética a la que tanto amas, una que ni siquiera es capaz de reconocer
a su padre cuando lo ve. Por ellos despreciaste incluso a tus más fieles
seguidores, nosotros, tus hijos primogénitos.
-Puede que él no me conozca ni me haya visto nunca,
pero cree en mí, eso es lo que hace grande a los humanos, ¿Por cuánto tiempo
más seguiremos discutiendo lo mismo? Recuerda que somos inmortales, tenemos
toda la eternidad.
-Su alma es mía, me pertenece. ¿Recuerdas la regla,
verdad? El que toque el agua irá al infierno, tú mismo estableciste esa
clausula—argumento con habilidad el diablo.
-Es cierto. Pero también hice otra clausula que
anulaba la anterior. El castigo se anula si yo mismo le doy mis lágrimas. Al
final voy a ser más listo que el diablo—dijo con dulzura la anciana mientras me
miraba—oh, vamos Luzbell, ¿De verdad crees que este hombre habría llegado hasta
aquí sin mi ayuda? Pensaba que eras más astuto.
-No vuelvas a llamarme así, mi nombre es Lucifer.
Siempre sucede lo mismo. Les dices a los hombres que vivan su vida con libertad
y que se cuiden ellos mismos pero cuando están en problemas los rescatas, ¿A
eso llamas libre albedrío?—dijo el demonio y no pude evitar pensar que tenía
parte de razón. Sus argumentos eran muy fuertes. Menos mal que no hablamos
demasiado. Sin darme cuenta estaba presenciando un combate terrible en el que
las palabras eran capaces de herir la mente.
-Siempre olvidas que soy todopoderoso, tal vez porque
tú no lo eres. Olvidas que todo lo que suceda, tanto lo bueno como lo malo, lo
esperado y lo inesperado, procede de mi voluntad directa. Yo soy el que da el
último visto bueno. Podría dejar morir a la mitad de la humanidad y salvar a la
otra mitad. Podría ayudar al soldado o dejar que muriera. Sin embargo, sí
existe el libre albedrío porque lo que altera mi voluntad es el comportamiento
de los hombres y ese comportamiento es impredecible hasta para mí. Yo le dije
al soldado que existía una cura para su Rey,
pero solo él sabía si iba a venir a buscarla. Quizás no habría venido si
la princesa no hubiese venido y a su vez la única que sabía si iba a venir al
bosque o no era la princesa. Como ves, no es que yo los ayudé sino que ellos se
ayudan. Una cosa que alguien puede impedir y no lo hace, sino que permite que
suceda, puede considerarse que procede de su voluntad. Esa es mi forma de
actuar—dijo la anciana
Finalmente mi corto cerebro pudo comprender que
aquella anciana era él mismísimo Dios en persona. Al mismo tiempo que mi mente
tuvo esa revelación vi como el cuerpo de la anciana empezó a tener un brillo
blanco misterioso.
-Una vez que crees lo ves, mi querido William, leíste
el cartel de la entrada “existe algo de magia en el hecho de creer”, yo mismo
lo escribí, ¿Original, verdad?—me dijo Dios,
mientras la luz me cegaba.
-Veo que están todos reunidos, ¿Por qué nadie me
llamó?—dijo Karen, quien había aparecido misteriosamente. Su cabello había
cambiado de color, ahora era rojizo y su vestido era negro.
-Hola mi pequeña—dijo Dios a la vez que la abrazaba
tiernamente—Conoces a mi hija, ¿Verdad soldado? Le gusta jugar mucho pero es una
buena chica y también tiene un duro trabajo. Es la encargada de recolectar las
almas de los hombres, es el ángel de la muerte.
-Hola Lui—dijo Karen saludando con una mano al
demonio, quien pareció irritarse.
-Siempre has sido muy molesta, un ser con tus poderes
se rebaja a ser la mandadera de Dios y encima no tienes ningún problema en
congraciarte con los humanos. Tú y yo podríamos divertirnos mucho más. Te daría
más poder del que puedes imaginar y te sentarías a mi lado como mi igual—dijo
Lucifer, semejante a la luna por su belleza.
-¿Sentarme a tu lado? Pero si tú eres muy aburrido.
Los seres humanos son más interesantes. Imagina que te dijeran desde el momento
mismo en que naces que pase lo que pase
tu vida tiene un límite y que tarde o temprano morirás y que eso puede suceder
en cualquier momento. Con lo delicado que eres seguro que te volverías loco.
Pero ellos de alguna forma logran bloquear ese pensamiento y vivir su vida plenamente, incluso
experimentan formas de felicidad que tú ni siquiera llegas a imaginar. Además
en el infierno hace mucho calor—dijo Karen mientras soltaba una estridente
carcajada
Lucifer se enfureció tanto que saco una enorme espada
roja y ataco a la joven. Pensé que la mataría pero ella desenfundo su propia
espada con una rapidez sobrehumana y detuvo el golpe. La onda que produjo el
choque de las espadas me hizo caer al suelo. Karen que se había mostrado como
una joven risueña ahora parecía una guerrera temible.
-Ya basta—dijo Dios, quien todavía tenía la forma de
una anciana. Al instante ambos bajaron sus espadas.
-Ya ha sido suficiente por hoy, pero sé que tarde o
temprano nos volveremos a ver, soldado—me dijo de forma amenazadora y luego
desapareció.
Como todos me hablaban con tanta familiaridad no me
había percatado que estaba ante la presencia del mismo Dios así que
aprovechando que estaba en el suelo, me arrodillé ante él y le agradecí
profundamente que me hubiera permitido llegar hasta aquí y por todo lo bueno
que había en mi vida. Me hizo un gesto para que me levantara así que me puse en
pie.
-Tenemos que hablar, fiel soldado. Tu valor y tú
voluntad de sacrificarte por los demás me ha recordado porque amo a los
humanos. Sin embargo, debes saber que nadie puede escapar de la muerte, mi hija
Karen te lo dirá. De lo contrario, ¿Qué sentido tendría el reino de los cielos?
El Rey ya ha muerto. Vivió una larga y feliz vida rodeado de los seres que más
amaba y ahora está descansando en mi propia casa—dijo Dios
Sin darme cuenta derrame unas cuantas lágrimas, hace
tiempo que no lloraba. Había olvidado lo bien que se siente, el dolor parece
escaparse por los ojos. Estaba cansado, jugué con la muerte, hable con el
diablo y conocí a Dios y después de todo
lo que había pasado nada de lo que hice sirvió. Fallé en mi misión. Casi podía
escuchar el llanto de la princesa. La imaginaba de rodillas mirando al sol y
preguntándose ¿Qué salió mal?
-Ella lo superara—dijo Karen—créeme lo he visto muchas
veces. Además es mucho más fuerte de lo que crees. Después de todo es la
próxima Reina. Este dolor le dará la firmeza que necesita para dirigir este
reino. Lo importante es que estés a su lado. En estos momentos no confía en
nadie más que en ti.
-Llévate mis lágrimas contigo. En realidad, no tienen
ningún poder. No es más que agua que derrame amargamente. Las escondí para que
ningún humano fuera testigo de mi debilidad. Pero la razón por la que te dije que
vinieras es porque necesitabas aprender todo lo que aprendiste hoy para servir
con valor y lealtad a tu nueva Reina. Ella es muy joven y te necesitará.
Lucifer no se ha ido ni se irá nunca. Este mundo le pertenece, él era su señor
mucho antes de que existieran los humanos. Él ronda la tierra y le gusta
promover guerras y desgracias. Pero cuando veas estas lágrimas recuerda cuanto
amo a la humanidad eso te proporcionara un escudo muy fuerte.
Salí del bosque justo cuando el sol empezaba a salir.
Sostenía en mano derecha el frasco con las brillantes lágrimas de Dios. La
princesa estaba a punto de entrar en el bosque pero pude tomarla del brazo
justo a tiempo. Había cumplido su palabra, me espero un día completo.
Se alegró mucho al ver que había cumplido con mi
misión. Le conté muchas cosas pero le oculté muchas otras. No le dije que había
hablado con Dios. Pero le dije que había hablado con la muerte. Le dije que su
padre había muerto y que no había forma de revivirlo y cuando lo dije no mostré
ni la más mínima señal de debilidad ni de tristeza.
-No llores princesa. Ya no eres más una niña, ahora
eres la Reina y tienes en tus manos las vidas de miles de personas. Tu
debilidad es nuestra debilidad—le dije mientras sostenía su mano con la mayor
delicadeza. Su gesto se endureció, se puso en pie y levanto la cara con orgullo.
Sus lágrimas se detuvieron y pude ver sus magníficos ojos azules. Me miro fijamente y luego dijo
“vamos”, fue entonces cuando supe que estaba ante una Reina a la que podía
servir con lealtad.
Muchos años han pasado desde que tales hechos
acontecieron. La princesa me nombro su consejero. Para ser franco nos une algo
más que la simple relación entre un señor y su vasallo. Supongo que es normal,
nada es amado hasta que no es conocido primero.
Lucifer y Karen han seguido rondando este reino y
durante este tiempo he tenido numerosos encuentros con ellos. El diablo se ha obsesionado con nuestro reino y siempre
atrae alguna desgracia, siempre hay algún muerto. Parece que Dios y él
estuvieran jugando una enorme partida de ajedrez y que nosotros fuéramos las
fichas. A pesar de todo, el demonio nunca nos ha atacado directamente ni a la
reina ni a mí. Parece que su juego se rige por normas que no alcanzo a
comprender.
Hemos afrontado golpes muy duros y hemos visto gente
muy preciada morir. Pero la Reina es muy fuerte y el reino ha prevalecido. Pero
en homenaje a la brevedad, supongo que esta no es la historia de como fracase
en misión de salvar a mi Rey sino de como triunfe en mi misión de encontrar y
proteger a su digno sucesor. Cuando miro las lágrimas de Dios siempre pienso en
lo poderoso que es y creo que aquello que tiene poder sobre el motivo también
tiene poder sobre el resultado.