CONTEO MUNDIAL

28 mar 2015

EL VIEJO SABIO Y EL JOVEN INTELIGENTE



Hace algún tiempo en una pequeña aldea vivía un viejo que era muy sabio y un joven que era muy inteligente.

El viejo vivía compartiendo su sabiduría con los jóvenes de la aldea, contándoles antiguos cuentos y resolviendo cualquier tipo de duda.

Al ver esto, el joven, que era muy inteligente, sintió en su corazón celos de la admiración que todo el pueblo sentía por el anciano. Fue entonces cuando ideó un plan para hacer quedar mal al viejo delante de los demás aldeanos.

El plan del joven era muy sencillo pero bastante brillante, digno de su inteligencia. El joven cogería un pequeño pájaro y lo ocultaría entre sus manos. Después iría donde el viejo sabio y le haría la siguiente pregunta:

“querido anciano, si eres tan sabio dime ¿Qué tengo entre las manos?”

Y suponiendo, aunque es poco probable, que el viejo adivinara que era un pájaro, entonces ejecutaría su verdadero plan, le preguntaría si el pájaro estaba vivo o estaba muerto. Si el viejo decía que el pájaro estaba vivo, el joven le quebraría rápidamente el cuello y le mostraría el cadáver al anciano mostrando ante los demás que se equivocaba. Pero sí el viejo sabio decía que el pájaro estaba vivo, entonces el joven abriría sus manos y dejaría que el pájaro se fuera volando ante la sorpresa de todos.
Era un plan infalible porque sin importar lo que respondiera el anciano era seguro que estaría equivocado.

Así fue que el joven oculto el pájaro entre sus manos y fue ante el viejo que, como siempre, estaba rodeado de varios aprendices y niños que escuchaban sus historias.

El joven hizo la primera pregunta y para sorpresa de todos adivino que el joven ocultaba un pájaro. El chico estaba tan sorprendido por la respuesta que dudo si debía hacerle la siguiente pregunta pero dado que era imposible que el anciano respondiera bien, se armó de valor y le preguntó:

“¿Dime querido anciano, cómo está el pájaro, vivo o muerto?

Todo el mundo miro al anciano. Aún si el joven no hiciera trampa, el sabio solo tenía una probabilidad del 50 por ciento de acertar la respuesta.

El anciano con profundas arrugas en su rostro miró tiernamente el rostro el joven inteligente y con gran dulzura le dijo:


“Mi querido joven, el pájaro está en tus manos”

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