CONTEO MUNDIAL

9 may 2015

EL REGALO DE LOS DIOSES


Por eones (cientos de años) el mundo ha creído que los humanos fueron creados por los dioses, pero es una gran mentira o tal vez una verdad olvidada como las gotas de lluvia que son claras y fuertes al principio pero que al caer se disuelven en el suelo.

Hombres y dioses fueron creados al mismo tiempo y existía entre ellos gran rivalidad debido a las mujeres humanas amadas y perseguidas por ambas especies como hienas y leones luchando por el primer mordisco.

En aquella era  humanos de piel desnuda y deidades de pálido rostro gozaban ambos de la inmortalidad y la parca era tan solo una adolescente jugando en la barca de Caronte.

Pero un día, Apolo, hijo del sol y caro a Zeus, se enamoró de una hermosa humana de ojos plateados y piel de aceituna. Pero la belleza de la humana era tal que ya había hechizado a muchos otros hombres, igual que la astral luna enamora a los lobos.

Pero los humanos tienen sentimientos que los dominan de una forma más poderosa que el amor, como la avaricia que maneja los hilos que nos mueven y trastorna el deseo del hombre haciendo que encuentre atractivo lo repulsivo.

El Rey de los humanos quiso aprovechar el amor que sentía Apolo para conseguir algo. Los hombres eran inmortales pero carecían de los prodigiosos dones de los dioses como Mercurio que puede cruzar los cielos, como Zeus domador el rayo, o como la sabiduría y fuerza de Palas Atenea.

Pero el Rey llevó su ambición al extremo y quería un don que ninguno de los dioses tuviera, algo único que fuera la envidia de las deidades y cuyo poder pusiera fin a la rivalidad de humanos y deidades dándole la ventaja a los hombres, así que chantajeo al dios Apolo, el flechador.

Le dijo que si quería poseer a la humana que amaba debía otorgarle el don que él pedía. Apolo desolado pero movido por el amor le dijo al Rey que buscaría ese don y lo traería ante él para sellar el pacto.

Pero Apolo de dorada armadura recorrió el mundo y no encontró un don similar. Subió al Olimpo  y ningún Dios pudo ayudarlo pues por lógica “ningún ser puede crear algo que sea más poderoso que ese mismo ser” le dijo Palas Atenea, portadora de la égida (escudo con rostro de Gorgona).

Finalmente, Apolo, resignado como las olas que van a morir a la playa,  se sentó a llorar sobre una piedra y sus inmortales lágrimas formaron un caudaloso río, pues tal es el poder del Dios arquero. Tan grande fue su dolor que Cronos padre de todos sintió tristeza y gran ira así que fue a ver al Rey de los hombres.

“he venido a cumplir tú deseo poderoso monarca, deja que la humana se una con mi hijo Apolo y te daré un don único, que ningún Dios posee, que será la envidia de todos ellos y que declinará la balanza poniendo fin a la rivalidad entre humanos y deidades”

El Rey enceguecido por la codicia entregó la mujer a  Apolo con quien tuvo una poderosa descendencia.

Y fue entonces que llegó la hora del cobro y llegó el acreedor como cae la oz sobre el maíz cuando está maduro.

Cronos padre de todo y amo del tiempo se presentó ante el Rey con el don prometido y fue recibido con alegría como el primer rayo de sol de la mañana.

El padre de los dioses saco de su túnica un objeto extraño que nunca había sido visto en la tierra y los humanos ciegos de poder lo vieron como un arma y en verdad lo era.

“he aquí vuestro don, a partir de ahora vosotros y toda vuestra descendencia tendrá un tiempo limitado de vida y cuando acabe vuestro cuerpo descansará eternamente sin padecer sufrimiento como desamor, sed, hambre o dolor sino que dormiréis eternamente en la casa de vuestros ancestros en cuya poderosa compañía nada temeréis jamás”

Los hombres con una mezcla de miedo y fascinación aún no comprendían todo como el ave que vuela muy adentro del océano y confunde el cielo con el mar.

 Todos miraban estupefactos aquel objeto que el inmortal Dios sostenía en su mano, era redondo y tenía números incrustados y tres pequeños dedos delgados bailaban  pero uno era más rápido que el otro y el tercero parecía inmóvil.

“esto que ven es un reloj y a partir de este día cuanto más avancen sus manecillas más disminuirá su vida, un privilegio que ningún Dios posee, que todos ellos envidiarían y que pondrá fin a nuestra rivalidad así como no puede competir la efímera mariposa con la longeva tortuga”

Y desde ese día empezó a correr el tiempo para los humanos que obtuvieron el único don que no posee ningún Dios.





2 may 2015

EL GATO QUE NO QUERIA MORIR


El gato, hijo de la noche, merodeaba bajo el cielo estrellado. Ágiles pasos herían los tejados de barro mientras el viento arrastraba el olor a leche tibia y a otoño naranja. Blanco pelaje y ojos rojizos como un atardecer fugaz de verano.

De repente, el gato frena su andar. Frente a él, imponente como la luna, se encontraba la dama de negro, la que cruza las fronteras y que tiene las manos manchadas de eternidad, la muerte, el ángel más fuerte. Sus ojos pueden ver el alma de cualquier ser del universo solo con posar su mirada aunque sea una sola vez en su rostro.

“hasta aquí llegó tu maullar y tú caminar nocturno, vendrás a mi morada donde las noches son eternas”

El gato asustado susurra al viento palabras incomprensibles de un lenguaje olvidado. Le dice a la muerte que si lo perdona le enseñará tres cosas que no ha visto nunca.

La dama fría se estremece por la curiosidad y le concede tiempo al gato. La muerte pasa su alargado índice por el lomo del animal provocando el mayor de sus escalofríos similar a un pie sumergido en agua helada.

El precio fue establecido, el gato debe mostrarle a la muerte tres cosas que jamás ha visto. Basta con que se equivoque otra vez y sus maullidos resonaran en la barca de Caronte (el barquero del inframundo).

El gato astuto y felino que ha contado infinitas madrugadas cree que hasta la muerte tiene algo que aprender y ha apostado su vida para probarlo
.
El gato tienta su suerte al pedirle tiempo al único ángel que no acostumbra a concederlo, pero su curiosidad es grande y se lo concede.

Minutos después el felino trae en su boca un objeto con el que piensa pagar su vida, un espejo. La muerte risueña prepara su oz, ya que no es el primer espejo que ve.

Sin embargo, suelta su letal herramienta de inmediato pues el espejo le muestra algo que jamás había visto antes, su reflejo. Unos ojos miel incrustados en un rostro de porcelana con risos cayendo sobre sus hombros como pétalos de rosa.

El gato recita palabras agudas en la oreja fría de la poderosa señora nocturna:

“Aquí tienes las tres cosas que nunca has visto mi querida señora. En primer lugar, un espejo hecho con ojos de otros gatos que cayeron ante ti en heladas madrugadas en el ocaso de sus vidas.

En segundo lugar, tú reflejo incapaz de verse en ningún objeto hecho por humano o ser divino. Solo a través de ojos felinos.

Y finalmente, en tercer lugar, tú propia alma, pues posees unos ojos capaces de ver cualquier alma, incluso la tuya, pero al no poder ver el reflejo de tú rostro ha permanecido oculta ante ti como las nubes que a veces esconden la propia luna.

La muerte conmovida se inclina ante el gato y se pierde en el alba dejando como último recuerdo el brillo del espejo felino colgando de su pálida mano.



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